[:es]Tenemos la gran suerte de estar viviendo una época que podemos calificar, sin temor a equivocarnos, de revolución económica. Todos, o por lo menos casi todos, los días conocemos algún cambio disruptivo en la producción, distribución o consumo de bienes y servicios.
Como en toda revolución, no todo lo que llega se queda, pero aquellas ideas que no terminan de germinar, seguro que sirven para que alguno de sus propósitos, aún individualizados, formen parte o incluso sean la semilla de un nuevo proyecto. Y aún cuando nada parezca servir, la propia inercia de esa aspiración será parte de esa marea de ideas, que con sólo su volumen, generará nuevas fantasías.
Lo más fascinante de este tiempo, radica en que este tornado toca cualquier espacio, lo pone del revés y una vez concluida la mejora o la solución, nos parece obvio que tenía que ser así; pero no, no era tan evidente. Quizá nuestra capacidad de sorpresa nos traiciona.
Entre los motivos que nuestra sociedad demanda con más interés, la nutrición se posiciona en los lugares top. No podemos dejar que este afecto se quede sin respuesta, máxime en nuestro país con toda esa variedad geoculinaria. Sería imperdonable no usar o, mejor, no tratar de maridar nutrición y tecnología con el objetivo final de parir tantos descendientes como seamos capaces.
La fertilidad del matrimonio nutritech se antoja sobresaliente.
Javier Matesanz, Ceo de iNutralia
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