[:es]No todas las personas tienen la misma fuerza de voluntad. Algunas son capaces de no comer un bombón, aunque tengan la caja abierta en sus narices, pero otros, la mayoría, sucumbiríamos sin remedio.
Pero… ¿Y si se tratara de un reto?
Cuando haces una apuesta con tus amigos y te juegas una comida, cuando te apuntas a un concurso o participas en una carrera las cosas cambian. Ya no luchas contra ti mismo y tus ganas (o la falta de ellas), sino que existe una motivación diferente que te empuja a superar mejor los obstáculos y a no rendirte a la primera de cambio.
Esa es la premisa de la famosa “gamificación”, que sirve a las pequeñas y grandes empresas, a las plataformas de salud, a las apps o las startups para intentar fidelizar al cliente y mantenerle activo, motivado e interesado.
¿Por qué un reto, máxime si es colectivo, tiene tanto “enganche”?
- Porque socializa y te hace pertenecer a un grupo.
- Porque despierta la competitividad.
- Porque empodera a la persona para gestionar su salud y medir sus capacidades o sus potenciales.
- Porque evita abandonos prematuros.
- Porque es mucho más entretenido que ponerse metas sin competir con nadie.
Como empresa, ¿qué debe cumplir un reto?
Las empresas, que apuestan por la salud de sus trabajadores, deben plantear retos que cumplan una serie de premisas:
- Deben tener un premio “saludable”. No valen unos bombones. Mejor una sesión de spa, ¿no?
- Deben ser medibles. Es decir, cuantificables de forma sencilla, a través de distancias, pasos, tiempos, cantidades, etc.
- Deben ser posibles. Si la meta es inalcanzable la gente se frustrará.
- Deben ser atractivos. Algo que le guste a todo el mundo.
- Deben ser cortos. No se puede alargar indefinidamente o se olvidará.
- Deben ser fáciles de entender. Si resulta complicado se abandonará antes.
¿Qué tipo de retos son los más atractivos?
Sin duda aquellos que no te produzcan un trastorno en tu día a día y que, además, te sirvan para realmente mejorar tu salud, bajar de peso, aumentar tu actividad, mejorar tus hábitos, reducir el colesterol o la glucosa, dormir mejor, o eliminar el estrés.
¿Quieres algunas ideas?
1. Caminar desde tu oficina hasta la luna, hacer el camino de Santiago, dar una vuelta al mundo…
Este tipo de retos son sencillos y atractivos. La distancia dependerá de la cantidad de personas susceptibles de apuntarse. Cuanta más gente se vaya apuntar más ambicioso puede ser el proyecto. No deberá durar más allá de unos meses. No lo eternices. Se ha comprobado que ir caminado o en bici al trabajo podría reducir en un 41% el riesgo de muerte prematura.
2. Mejorar tus hábitos alimentarios: hacer almuerzos más saludables, no probar el dulce más de una vez a la semana, tomar fruta cada día, comer verdura más a menudo….
Estos retos son ideales para personas que comen juntas en el trabajo. Tanto de menú como de táper. Ver lo que come el compañero motiva a la hora de cuidar la alimentación al menos del mediodía (sin hacer trampas…). El riesgo cardiovascular está íntimamente ligado con el sobrepeso, las lipidemias o el exceso de azúcar en sangre y unos hábitos alimentarios correctos reducirían ese riesgo en un 60%.
3. Dormir ocho horas al día, descansar mejor, despertarse menos…
Todo lo que un wearable pueda medir en ese aspecto es fácil de cuantificar. No parece difícil, pero puede suponer un reto para aquellos que no cuidan ese aspecto de su vida, tan esencial para el rendimiento laboral. Un descanso correcto mejora la concentración en un 25%, eleva el estado de ánimo y reduce la necesidad de azúcar.
4. Beber más líquidos, aumentar los vasos de agua…
Este es un reto clásico y muy efectivo. Obliga de manera muy sencilla a hidratarse más frecuentemente y evitar que sea el café de media mañana la única bebida en cuatro horas. Una hidratación adecuada mejora la atención y la memoria.
5. Eliminar el estrés, reducir la ansiedad, mejorar el ambiente…
Estos retos son fundamentales para una empresa que se preocupe por la salud de sus trabajadores y se quiera llamarse “saludable”. Son quizá los más difíciles de valorar, pero hay muchas formas de conseguir que la plantilla sea capaz de gestionar sus emociones y evitar los agobios, sin por ello trabajar peor, sino todo lo contrario. Proponer sesiones de mindfulness o yoga, aprender a respirar de forma consciente y efectiva, parar cinco minutos al día para relajar cuerpo y mente, o promover un rato de meditación al mediodía… Un trabajador sin estrés es más asertivo, más empático y seguramente mucho más efectivo.
Las posibilidades de retos saludables son infinitas y los resultados positivos serán visibles a corto plazo. Una empresa saludable debe lograr un compromiso mutuo que se pueda cuantificar a corto medio plazo.
“Nada tarda más en llegar que aquello que no se empieza” Alain, filósofo francés.[:]